La Educación Financiera de las Mujeres y el Progreso Social

La Educación Financiera de las Mujeres y el Progreso Social

A nivel mundial, el 72% de los hombres tienen cuentas bancarias, en comparación con sólo el 65% de las mujeres (Banco Mundial, Base de Datos Global Findex 2021). 

Esta disparidad alarmante no es solo una cuestión numérica; es un obstáculo fundamental para el bienestar de las mujeres y un impedimento significativo para el crecimiento económico global.

Durante mucho tiempo, las normas sociales han silenciado las conversaciones sobre las finanzas de las mujeres, dejando a muchas en situaciones vulnerables para su desarrollo.

Este artículo argumenta que lograr la igualdad financiera para las mujeres no solo es una cuestión de justicia, sino un paso crucial para construir un mundo más equitativo y próspero.

El Problema: Una Desigualdad Arraigada

La exclusión de las mujeres del sistema financiero formal es un problema profundamente arraigado.

En América Latina, la brecha de crédito entre hombres y mujeres se sitúa en un preocupante 9% (cifras reportadas por el Banco Interamericano de Desarrollo).

Esto, no se debe simplemente a la falta de recursos económicos, sino que sus razones comprenden contextos sociales, culturales y laborales. 

Los sesgos sistémicos dentro de las instituciones financieras, junto con las expectativas sociales que a menudo relegan a las mujeres a realizar de manera casi exclusiva las tareas de cuidado no remunerado, crean importantes barreras para la independencia financiera. 

Además, las consecuencias de la exclusión financiera son profundas cuando de mujeres se trata, aumentando el riesgo de violencia, limitando las oportunidades profesionales, y obstaculizando el bienestar general.

Comprender las Causas:

Varios factores contribuyen a esta persistente desigualdad, desde las normas sociales, el sesgo sistémico, la falta de educación financiera y las tareas de cuidado no remuneradas normalmente atribuidas al género femenino. 

Por lo correspondiente a las normas sociales, los roles de género tradicionales a menudo otorgan la principal responsabilidad financiera a los hombres, limitando el acceso de las mujeres a los recursos y al poder de toma de decisiones dentro y fuera de casa.

Envato / fotodestock

Concepto de brecha salarial de género

Discriminación por falta de herramientas financieras

Actualmente, en la Colectiva de Finanzas Enfocadas en Mujeres (Colectiva FIEM), todavía se reciben consultas de mujeres que afirman no contar con una tarjeta de débito o crédito propia. 

Esto, toda vez que su transición financiera consistió en ser cotitular de la tarjeta de crédito de su padre, a la de su esposo posterior al matrimonio. 

El comportamiento de estas usuarias las excluye del sistema financiero al no generar un historial crediticio propio.

En caso de solicitar a título personal una herramienta financiera, es muy probable que no sean candidatas para su contratación debido a su nula huella financiera.

Relativo a la causal por sesgo sistémico, es fácil identificar que las instituciones financieras pueden discriminar a las mujeres en las oportunidades de crédito e inversión.

Difícil progreso, pero aún falta

No olvidemos que hasta el 1970, una mujer mexicana requería del acompañamiento de un varón para poder realizar cualquier tipo de trámite bancario.  

Aunado a lo anterior, la carga desproporcionada del trabajo de cuidado no remunerado que recae sobre las mujeres reduce el tiempo que tienen disponible para realizar un trabajo remunerado, así como sus oportunidades de generación de ingresos en lo general. 

Las Consecuencias: Más que Solo Números

La falta de independencia financiera tiene consecuencias de gran alcance y no solo para mis congéneres.

Las mujeres que no cuentan con seguridad financiera son más probables de sufrir explotación, así como también tienen un riesgo significativamente mayor de ser víctimas de violencia doméstica o hasta feminicidio por no contar con los recursos necesarios para huir de su agresor.

De igual manera, las limitaciones financieras de las mujeres impiden su acceso a la educación, la atención médica y el emprendimiento, perpetuando ciclos de pobreza para ellas y sus dependientes.

Estas limitaciones impactan en el crecimiento económico, que se encuentra obstaculizado por la exclusión de las mujeres. 

La consultora McKinsey & Company estima que el PIB mundial podría aumentar en $12 billones para 2025 si las mujeres participaran en igualdad de condiciones en la economía.

Hacia una Solución: Acción Colectiva para el Cambio

Par abordar la disparidad financiera que existe, se requiere un enfoque multifacético:

Las mujeres necesitamos programas de educación financiera diseñados con perspectiva de género.

Envato / Unai82

Una mujer que sostiene el símbolo femenino sobre un fondo morado

Pero, la educación no es suficiente por sí misma.

Cambio en las políticas

Para garantizar la inclusión de las mujeres, se requiere que los gobiernos desarrollen políticas para promover la igualdad de género en el sector financiero, incluyendo medidas para mejorar el acceso al crédito y la inversión.

Por lo que hace vitales a las iniciativas comunitarias, dado a la naturaleza comunal de mi género, la creación de redes y comunidades de apoyo donde las mujeres puedan compartir conocimientos y recursos, para una adecuada inclusión. 

Cambio social

También es necesario un cambio social más amplio para desafiar los roles de género tradicionales y promover una distribución más equitativa de las responsabilidades financieras. 

Platicar de finanzas en casa, con nuestras parejas y colegas, nos ayuda a establecer relaciones más sanas.

Un Llamado a la Acción: Comenzando la Conversación

La conversación sobre el empoderamiento financiero de las mujeres debe ir más allá de los susurros. 

Debemos desafiar activamente las normas sociales que han mantenido a las mujeres marginadas financieramente.

Al empoderar a las mujeres financieramente, empoderamos a las familias, las comunidades y, en última instancia, al mundo.

Envato / TGordievskaya
Grupo de mujeres de pie juntas en el círculo y tomados de la mano con el brazo levantado.

 

Comencemos hablando abierta y honestamente sobre el dinero, compartiendo conocimientos y trabajando juntos para construir un futuro más equitativo para todos.

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